Libre. Me siento raro. Todavía, no me he acostumbrado. Me he liberado de esas cadenas; pesaban demasiado. Noto las muñecas magulladas, a causa de el tiempo que he llevado puestas mis ataduras. Sonrío. Estoy contento; es extraño como el sentimiento de libertad en muchas ocasiones va unido a éste conocido sentimiento. Te envuelve como cuando estás en el profundo mar azul, te dejas llevar, notas como te rodea, te zambulles en él hasta tal punto en el que quieres formar parte. Es mágico. He escapado. Vuelvo a sonreír, al fin, puedo extender mis alas, echar a volar; sentir todo lo que hay a mí alrededor, los rayos del sol que rozan mi piel, el aire que llena mis pulmones, el sabor dulce del café de ésta mañana, la perspectiva del mundo detrás de mis Rayban, los dedos de los pies hundiéndose en la arena…
Lo siento, pero suelto una suave carcajada, cuánto tiempo…
Soy feliz, incluso canturreo una canción que está rondando mi cabeza. Me dejo llevar por la música, me recuerda a cuando miras a una chica a los ojos. La miras, te fijas en sus ojos, no te importa si lleva gafas, lentillas…. Eso no importa, tan solo quieres una cosa, descubrir que entrañan sus ojos, fijarte en su mirada, en su forma de entornar los ojos, en todo, para al final, sorprenderte al saber que es lo que transmiten. Te dejas llevar.
Vuelvo a sonreír. Lo siento, estoy muy feliz.